Típico de la cultura bereber, el aceite de argán ha sido empleado por las mujeres bereberes desde hace muchos años para cuidarse tanto la piel como el cabello e incluso las uñas. El aceite se extrae de la semilla del árbol de argán y se hace prensando en frío las semillas, no tostándolas, lo que provoca que el aceite conserve todas las propiedades intactas.
Debido a su composición en aceites grasos esenciales, vitaminas E y F, esteroles y otros tipos de ácido, el aceite de argán es la piedra preciosa de la cosmética. Es un aliado perfecto contra las arrugas, cicatrices, estrías, acné... Da luminosidad, tersura y mejora la elasticidad y suavidad de la piel. Además, la protege de la sequedad, por lo que es un gran antiedad. Es perfecto tanto para pieles secas como grasas, ya que no obstruye los poros de la piel.
También se puede usar para el cuidado de las uñas, las fortalece, las protege y evita su ruptura, y para el cuidado del cabello, le devuelve luminosidad y fuerza y lo protege del sol, la sequedad y los factores externos que hacen que nuestro cabello esté seco, apagado y débil.
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